lunes, 28 de mayo de 2012

Elogio a los Caballeros

Cuando las pasiones arremeten contra el cuerpo de una Señorita y esta considera la idea de hacer cosas indignas de su pureza con algún hombre, antes de dejarse llevar por el pecado de la lujuria, debe considerar un factor muy importante a la hora de resguardar su honra y reputación de Señorita:

Debe asegurarse de que el hombre en cuestión sea un Caballero. Esto significa que no divulgue su pecado jactándose entre los demás, que obviamente la considerarán una mujer ligera de cascos. El comportamiento esperado de una Señorita, como bien se sabe, es el romanticismo y la pureza. El deseo solo se justifica con amor en una relación estable, si no, es un pecado social, aunque nadie lo admita: por muy open mind que digan ser, será usted castigada con bromas de mal gusto. Esto no es nada nuevo, todas las Señoritas conocen el yugo bajo el que serán juzgada. Para evitar estas incómodas situaciones, es importante elegir bien al Caballero.

Si aún así la pasión se le fue de las manos y un pijacorta inseguro anda divulgando noticias poco dignas de una Señorita, siempre puede tomar alguna de las siguientes actitudes, según le acomode por su nivel de rudeza:

1. Admitir el pecado, pero vengarse de su indiscreción diciendo que es un pijacorta (esto no cabe en el pecado de la mentira, porque un hombre que traiciona la confianza de una Señorita es siempre un pijacorta mental).

2. Negar el pecado, recurriendo a la complicidad de una Amiga que testifique que estuvo con usted todo el tiempo en el baño o en cualquier otro lugar creíble que se les ocurra. Esas Amigas se merecen también un elogio.

Un Caballero siempre satisface sus deseos sin presumir de ello, guardando el secreto, sin poner en apuros a las Señoritas. Si se encontró con un Caballero, sonríale cuando se cruce con él y siéntase feliz: es usted una Señorita con suerte y su honra está a salvo. Por eso, elogio abiertamente a los Caballeros.

1 comentario:

  1. Además, un Caballero de verdad es capaz de saludarte caballerosamente a pesar de que hayan agarrado en las circunstancias más decadentes. Esos que después hacen la desconocida son los peores, simplemente unos cobardes!

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